Hermano Facundo:
Te fuiste sin avisar, ¿cómo avisar si tú mismo no lo sabías?
Y ahora que hago con este dolor, ¿qué hago con esta mezcla de rabia e impotencia ante lo inevitable?
Ahora se me viene a la mente todo lo dicho por ti.
No te pude dar la mano y ya es tarde, nunca llegaste a saber quién era yo, pero yo siempre supe de ti, desde chica. Siempre supe que hacías, que decías, y en todas esas cosas aprendí a quererte.
La magia de la comunicación nos hace relacionarnos y querer a personas que jamás hemos tenido a nuestro lado.
Todo parece una locura, no estuviste a mi lado nunca, pero ocupabas tanto en mi ser, que a pesar de tu enorme legado, el vacío es inmenso.
Pido a Dios que no hayas sentido dolor físico, porque tu espíritu siempre estuvo bien preparado.
Allá estarás con nuestro Padre Celestial, pero también con la Madre Teresa y con la querida Negra Mercedes.
Hoy acá estamos de luto, pero tengo que reconocer que en el cielo hoy hay una gran gala, que gusto deben tener todos por allá de tener a un ángel como tú.
Algún día, cuando Dios diga que es el momento, espero verte y darte la mano y contarte como leí todos tus libros y como vi todos tus vídeos.
Pero mientras tanto, yo no soy tan buena, ni tan perfecta, quiero ver justicia en la tierra. ¡A ver si así se calma un poco esta rabia tan grande que tengo en mi corazón! |