Nacido como
Pedro Martínez de Luna y Pérez de Gotor en 1328 en la provincia de Zaragoza y por lo tanto español, es poco más conocido como Benedicto XIII pero famoso por su apodo:
Papa Luna. Este hombre, aunque Papa de nombre, perteneció a la obediencia de Aviñón, cuando la Iglesia tenía dos papas.
Es algo que me fascina, aquella lucha de poder en el seno de la Iglesia y cómo los dos papas se consideraban legitimados para serlo. Pero siendo este punto elemento necesario en lo que voy a contarles, no es la clave. La cuestión sobre la que trata la curistoria es que este papa Benedicto XIII se negaba a renunciar a su cargo eclesiástico, a pesar de lo acordado en el Concilio de Constanza. Finalmente se retiró, volviendo a España, al
Castillo de Peñíscola, donde moriría en 1423 y allí mantuvo un pequeño grupo de apoyo y siguió llamándose a sí mismo papa Benedicto XIII.
Y por esta cabezonería y por ser el XIII el guarismo asociado a su nombre papal, es por lo que tenemos hoy en nuestro lenguaje la expresión “seguir en sus trece”, que como ustedes saben se usa precisamente para referirse a alguién obstinado y empeñado en algo.