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Recibo un buen puñado de fotos de Antonio Tena Balsera (1980-1990) correspondientes a su paso por la UNI:
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HUMOR |
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Compartir la riqueza |
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La seguridad es lo primero |
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Cada uno baja las escaleras como quiere |
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AÑO 2013
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Sergio Coello Trujillo envía una nueva entrada para su blog:
Siempre nos quedará...
BUDAPEST
A su paso por Budapest, el Danubio no es azul como en el famoso vals de Strauss. Sus aguas tienen, en realidad, ese tono entre verde y gris del color de los ojos de las chicas rubias como la miel que pasean por la Váci Utca (calle Váci) revoloteando como abejas alrededor de unos lujosos panales que resultan prohibitivos para ellas y que se llaman Armani, Dior, Versace e Ives Saint Laurent.
En Budapest el Danubio es algo así como unos Campos Elíseos de agua o un Paseo Líquido de los Tilos sin Puerta de Branderburgo porque su cauce -que tiene cien metros de anchura- dividió desde el principio a la capital de Hungría en dos ciudades-mitad (Buda y Pest), y entre ellas se reparten los más de dos millones de habitantes que la pueblan. En Buda, a la izquierda siguiendo el sentido del río, y sobre el Cerro del Castillo, está la vieja ciudad histórica con la monumental iglesia de Matías donde se han hecho coronar los reyes húngaros desde el primero que dio nombre al templo. También está el Palacio Imperial que Francisco José I, el monarca del imperio austro-húngaro, mandó construir para su esposa Elizabeth, la célebre Sissi sin el rostro de cine de Romy Schneider. La misma que, al poco tiempo de casarse, decidió que prefería Budapest a Viena para pasear, y a su vecino, el conde Andrassy, en lugar del imperial marido, para lo otro. Asomada al mirador del palacio, Sissí contemplaba Pest –situada en el otro lado del río- mientras enloquecía lentamente peinándose obsesivamente los cabellos de más de un metro de longitud y contando una y cien veces los puentes sobre el Danubio.
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