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Un artículo de Diego García García: No es fácil acordarse de esa época, de penuria y miseria, pero de las cosas inverosímiles que nos ocurren en nuestros primeros años de vida, nos condicionan, para ser de una manera o de otra, amén de la educación que recibamos. Yo me crié hasta los 12 años en El Barrio del Zumbacon , una zona periférica de Córdoba , que lindaba por el este con El Barrio Gavilán, al sur con la carretera de Almaden y al norte con la vía del tren y al oeste, con la fabrica del Cemento, antigua Asland. Ni que decir tiene, que era un barrio, humilde, que creo a finales de los cuarenta, a la sombra de la fábrica de Cemento y de la Hilatura CEPAMSA, la gente gastaba más hambre que Carpanta y donde cada familia se buscaba la vida como podía. Es muy significativo, la variedad de gente y personajes que allí vivíamos, y de eso les voy hablar. Si la memoria no me falla, al final del barrio, la zona del los chozajos, vivía gente de perro y escopeta, carteristas, rufianes, alguna que otra buscona y gente de mal vivir. Yo travieso donde los allá, me perdía alguna que otra ver por ese lugar, donde era una zona prohibida para los niños, me recuerda aquello con un pequeño núcleo de favelas brasileñas. Pero me voy a remitir a mi calle, la numero once o calle Belmez, de nombre como un pueblo de Córdoba. Cada familia tenía un apodo, bien por su oficio, características morfológicas o bien por una circunstancia en un momento determinado de sus vida, o sencillamente no tenían ningún tipo de explicación, sino que se llamaban así y santas pascuas. Me viene a la memoria, los "boniatos" era un familia bajitos todos sus miembros, María la del café, la cual tenía una buena casa y su marido tenía una molienda de café en plan artesana, su casa lindaba con la nuestra y además le hacía a mi madre esta señora, pequeños anticipos cada mes hasta que mi padre cobraba, pues éramos ocho de familia y llegar a final de mes era una auténtica proeza.
Pero sin duda la estrella era el cornudo, de sobran sabrán porque, era una familia con numerosa prole, que se decía que ella vendía la sangre y se entendía con un cojo de pata palo, que a mí me llamaba la atención porque llevaba una bicicleta de un solo pesar., un día montaron una tangana en el bar de mi tío, el cornudo y el cojo, a cuenta de primero que le pregunto al segundo si se agenciaba a su mujer, mi tío los hecho a la calle, allí montaron el espectáculo, solo recuerdo al cojo pegando cojetadas y con Lara ensangrentada. Para no alargarme mucho recuerdo alguno nombres si entras en más conjeturas, el compadre de mi tío Antonio, todo un personaje, vendía pescado con una moto, y tenía una carbonería, le apodaban el cagaleches, o los juas, que tenía una vaquería y eran mala gente, o los latoneros, o el pato, la de la casa de los Ordóñez, por ultimo una odisea de los de los caballitos, que creo que robaron un cerdo, con tan mala suerte que tenía triquinosis y cascarón tres miembros de la familiar no me puedo despedir si recordar al bacila, el cual lleva a una estartalada bicicleta y que el pobre hombre tenía una buena chepa, lo cual servía, para que los niños no burláramos de el. Podría contar mil cosas, pero creo que por hoy está bien, espero con este esbozo de mi infancia, al menos arrancar una ligera sonrisa. Amigos ser felices, un abrazo.
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