V Encuentro de Antiguos Alumnos de la Universidad Laboral de Córdoba, 1 de octubre de 2011. Salón de Actos Juan XXIII de la Universidad de Córdoba.
Texto de la conferencia pronunciada por Enrique Pozón Lobato. Catedrático (jubilado), ex Profesor y ex Secretario General de la Universidad Laboral de Córdoba, Doctor en Derecho, Doctor en Ciencias de la Educación, Doctor en Veterinaria, Profesor Ponente del Aula de Mayores de la Universidad de Málaga
¿DEJO DE CRECER PARA SOLO ENVEJECER?. APRENDA A SER PERSONA MAYOR
Buenos días.
Ante todo un saludo a los asistentes a este acto académico, antiguos alumnos de la Universidad Laboral de Córdoba, familiares y amigos.
La razón por la cual hemos considerado oportuno tratar cuestiones referidas al ámbito de las personas mayores, es la edad actual de las distintas promociones de los cursos comprendidos entre 1956 y 1978, casi todos prejubilados o jubilados, de 50 a 68 años.
Cuando Juan Antonio Olmo Casco tuvo conocimiento del titulo de nuestra conferencia nos hizo llegar un correo en los siguientes términos. “El tema es de claro interés. Cumplí 50 años hace unos días. Ya he de ir tomando nota de lo que se avecina”
Comprender el envejecimiento para intentar cambiarlo es lo que nos ha movido en estos últimos quince años, desde la fecha de nuestra jubilación a continuar activo en campos considerados como extensiones de ocupaciones anteriores. Ello nos permite predicar con el ejemplo.
Con la jubilación, acto administrativo, iniciamos una nueva etapa del ciclo vital: ser persona mayor. La sociedad nos consideraba “viejo”, un muerto social, desde el punto de vista productivo. Pero un proceso de resocialización nos ha permitido asimilar el nuevo estado de jubilado.
Llevamos quince años creciendo en el marco de nuestra “vejez oficial”. Tenemos 80 años. En este periodo temporal “añadido” hemos intentado dar solución al problema de gestionar la vida diseñando un proyecto para enriquecer la propia autoestima y a la vez, desarrollar actividades útiles dando así continuidad a los rasgos de nuestra personalidad.
Puedo decir que al despertar en la mañana del 1 de Octubre de 1996, en la nueva situación de catedrático jubilado, sentimos una sensación de vacío, una inquietud por seguir siendo “yo” después de cuarenta años de vida activa. Y pensé: ¿Qué importaba que el legislador nos apartara de compromisos y obligaciones retribuidas; y que en el contexto social se valore al hombre por lo que produce durante su vida activa, más que por su valor en si, como ser humano?. Y aunque nadie antes nos había puesto al corriente del contenido de la realidad de ser persona mayor, consideramos que teníamos que seguir “vivo” en la sociedad, sin doblegarnos ante el ímpetu de la norma y por la forma de pensar del colectivo societario. En la cuna de la jubilación comenzamos una “segunda vida”, amamantado por la ilusión y el coraje de seguir activo, con una productividad social al servicio de los demás.
Nuestras actitudes y aptitudes, inteligencia, memoria, constancia, obligatoriedad, responsabilidad, autonomía, creatividad, permanecían intactas, como recién engrasadas. En consecuencia hemos dado continuidad a la tarea que desarrollamos durante nuestra vida profesional: estudiar, investigar y enseñar.
Desde el mismo mes y año de nuestra jubilación - octubre de 1996 -, hasta el 24 de febrero de 2006 – 11 años en total, dicho tiempo los hemos dedicado a intensificar nuestra presencia en la Universidad de Málaga, matriculándonos sucesivamente en los cursos monográficos del Doctorado en Derecho y en Ciencias de la Educación, en las respectivas Facultades, defendiendo ante los tribunales correspondientes, dos tesis doctorales. Ello nos ha permitido seguir creciendo durante 11 años en el marco de nuestra vejez.
Y ahora con una anécdota vamos a justificar la razón por la cual durante estos cuatro últimos años – 2007 a 2011 – nos hemos dedicado a estudiar, investigar y difundir la etapa del ciclo vital que conocemos como vejez.
Un día, haya por el año 2000, el Director de la Tesis Doctoral en Ciencias de la Educación Profesor Dr. Miguel López Melero nos invito como alumno del doctorado y quizá por la edad – 70 años – a que le acompañase a Estepa, pueblo de la provincia de Sevilla, para dar una charla sobre el envejecimiento y vejez, en un acto cultural programado. Al intentar preparar el tema nos dimos cuenta de que poco o nada tenía que decir al respecto en base a estudios e investigaciones previas. Llegamos a persona mayor sin conocer las exigencias de esta nueva etapa. Esta situación nos inclinó a elegir como materia de la tesis doctoral en Ciencias de la Educación, un estudio profundo sobre el proceso del envejecimiento, analizando e investigando aspectos de gerontología y gerontogogía o praxis de educación de las personas mayores.
Desde 2007 nos hemos dedicado a proyectar sobre la sociedad los conocimientos adquiridos, fruto de la labor de investigación, difundiendo como una “nueva cultura”, los fundamentos y principios del envejecimiento activo. Y ello a través de conferencias y ponencias en distintos foros; publicaciones en revistas especializadas; artículos de opinión en prensa; guiones y presentación de espacios en Televisión; Internet con el blog La Ventana del Mayor. Y por último como Profesor ponente del Aula de Mayores de la Universidad de Málaga.
Les puedo asegurar que hemos conseguido resolver satisfactoriamente el problema de gestión biográfica que supone crecer 15 años en la etapa de nuestra vejez.
Después de esta introducción autobiográfica que refleja la trayectoria vital de un jubilado, ponemos de relieve que el fin perseguido con nuestra intervención en esta acto académico no es otro que el de concienciar sobre una realidad: el alargamiento de la duración de la vida humana que hace de la vejez una etapa más del crecimiento diseñando para ella un proyecto de vida y no de muerte.
Llegar a viejo es ya el horizonte normal en la vida de los ciudadanos. Una etapa más de crecimiento en la que se necesita vivir, saber para que vivir y el inicio de un nuevo proyecto que se ha de conseguir con lo que se tiene. Sin embargo la ignorancia sobre la vejez es generalizada, y muy pocas personas en edad adulta se preocupan por conocer y prepararse para esta etapa. Y no digamos desde la atalaya de la juventud.¡La vejez está tan lejos¡.El conocimiento sobre la vejez es una asignatura pendiente
Si se ensalza la juventud como situación ideal, forzosamente el envejecimiento se vive como una limitación, como perdida a la que caminamos de forma irreversible. De ahí la paradoja de que la vida de las personas en lugar de ser acumulación de experiencias, de aprendizaje continuo, de una búsqueda constante y de interés por descubrir, parece que a partir de cierto momento que ya no se es joven, ya no se tiene futuro.
Hay que destacar la necesidad de una información no solo para comprender que es el envejecimiento, como se envejece, los cambios que se producen, como son las personas mayores hoy, como serán en el futuro, en las nuevas situaciones. Daremos así respuesta a la necesidad de actualizarse, valorando lo mejor de cada momento, de amar la vida, disfrutando de nuevas posibilidades; de participar de forma activa y comprometida en multitud de organizaciones y proyectos solidarios; superar lo estereotipos consumistas, poniendo de relieve que la vejez tiene unos valores, gerontocracia, como la experiencia, la prudencia, la constancia, la reflexión, la tradición….
Junto al modelo tradicional de persona mayor en donde todo es pérdida y deterioro es obligado poner de relieve el envejecimiento activo que refleja una imagen positiva de las personas mayores, que encuentra en la educación permanente, el instrumento para su integración y calidad de vida, provocando en ellas significados para vivir, convirtiendo el envejecimiento en una etapa activa, creativa y esperanzada.
El envejecimiento debe ser el inicio de un nuevo proyecto. No es volver a empezar, pero si de vivir una nueva realidad, con nuevas posibilidades de crecimiento, con nuevas cosas con las que dar contenido a lo que se ha sido a lo largo de la vida, haciendo aquello que no se pudo hacer antes. La persona mayor no solo es alguien que recibe sino que también puede dar. Papel activo y protagonista, con iniciativa y decisión Pero por otro lado nuestra sociedad no está éticamente madura para comprender a las personas mayores como proyecto de vida
La vejez a lo largo de la historia, exceptuando muy contados momentos y culturas, se ha relacionado con el periodo previo a la muerte. Un momento de espera del final de la vida. Un estado de dependencia y deterioro. Sin embargo cabe señalar que en la actualidad la población no solo crece en número sino que además alarga su permanencia en años. Lo viejo no se ha puesto de moda, pero si la vejez que ha dejado de ser un estado para pasar a ser un proceso dinámico dentro del concepto de ciclo vital de cada ser humano, en el que se puede disfrutar. Las personas mayores vivimos más años, como consecuencia, entre otras causas, de la mejora en la sanidad, en los servicios sociales, y en la calidad de la alimentación y hábitos de vida.
Si queremos comprender el envejecimiento intentemos cambiarlo. Cambiar es ganar y perder. Dejar algo antiguo y añadir algo nuevo lo que siempre levanta resistencia ya que obliga a desprenderse de antiguas formas de hacer, pensar, sentir, vivir la vida y envejecer. Si queremos cambiar una situación, debemos también cambiar nosotros, las percepciones que tenemos sobre el hecho de ser persona mayor, lo que requiere desplegar procesos de adaptación y desarrollo a nivel personal y social. Estamos en el inicio de un camino largo, pero de cuyos resultados podemos esperar una auténtica revolución cultural en un colectivo que viene caracterizado por la heterogeneidad, en donde se cruzan la cultura de la mujer frente a la cultura del hombre; la cultura de unas personas con mas posibilidades económicas y otras con menos; personas con distintos valores y creencias, con preferencias muy diferentes ante la vida que les ha tocado vivir... Y aunque todos encarnan la experiencia y la sabiduría, no debemos olvidar que la vida es un proyecto permanente de aprendizaje. Por tanto, se puede considerar que la etapa de la vejez proporciona una nueva oportunidad de retocar el estilo de vida que se ha ido configurando a lo largo del tiempo.
Las actuales personas mayores nacieron y fueron educadas con otros valores y normas, ni mejores ni peores, diferentes. Incluían proyectos y realizaciones para un futuro que creíamos previsible. Pero el modelo tradicional de declive o negativo para envejecer ya no se lleva, y si se toma, se las deja totalmente marginadas.
Cada vez es más numeroso el grupo de personas de edad que reclaman espacios de creación, recreación, inserción, y protagonismo social, dejando de ser simples observadores de la vida en su tiempo para querer vivirlo.
Vejez y futuro parecen conceptos enfrentados y contradictorios pero navegan en el mismo barco porque viejos seremos todos si antes no lo evita la muerte. Queremos la eternidad aquí y ahora, y queremos durar con este cuerpo, con este nombre y con esta personalidad lo máximo posible. Pero tenemos miedo a la vejez, nos asusta, no queremos verla y para no verla nos apartamos y al apartarnos no vemos como son las personas mayores hoy. Lo viejo no se ha puesto de moda pero sí la vejez
Y todo ello en un país como el nuestro en el que el envejecimiento como fenómeno cultural afecta en la actualidad a casi ocho millones de personas mayores de 65 años, lo que supone el 16,7% de la población total española, con un aumento de octogenarios y centenarios. La esperanza de vida al nacer, a principios del siglo XX era de 45 años para el hombre y 48 para la mujer; en 2011 la esperanza de vida una vez superado el umbral de los 65 años, se prolonga 17,82 años más para los hombres y 21,81 años para las mujeres, lo que permite crecer envejeciendo, una quinta parte de la vida
El concepto de envejecimiento evoluciona en una sociedad que experimenta cambios en múltiples esferas de la vida, como las modificaciones de los sistemas de producción, innovaciones tecnológicas, automatización, robotización, avances en los medios de comunicación, sociedad de más riesgos etc. Los impactos del progreso, ofrecen nuevos elementos de cambio social que influye profundamente en la vida de las personas mayores. Ello lleva consigo la necesidad de unos planteamientos innovadores de adaptación, ya que el envejecimiento, como tal, no puede desaparecer
Las personas mayores serán cada vez más, con un mayor peso en todos los ámbitos, mucho más dinámicas, con mayor nivel cultural, mejor informadas, con variedad de opciones de ocio y tiempo libre. De ahí la necesidad de conocer el potencial de las personas mayores. Ayudará a desterrar los mitos, prejuicios e ideas erróneas acerca de la vejez.
El alargamiento de la duración de la vida humana redefine sin cesar el recorrido de edades, lo que conduce a la multiplicación de las etapas del ciclo vital – tercera y cuarta edad - y la necesidad de reinterpretar los significados del recorrido.
Se pasara de la vejez invisible a la vejez identificada, y desde la vejez asistida a la vejez integrada. Ante el modelo productivo, en donde el sentido de la vejez es una condición impuesta por la sociedad, a través de la jubilación, que supone el paso de la actividad laboral a la inactividad, se impone la elaboración de un modelo de vejez satisfactoria a partir del concepto de autonomía, que se enfrente a superar los tópicos e ideas falsas que popularmente se proyecta sobre la vejez, entorpeciendo su compresión y desarrollo
Pero por otro lado no tenemos que olvidar que el vivir demasiado en un mundo no diseñado para crecer envejeciendo, ha supuesto un problema ya que la vida estaba pensada hasta la época de la jubilación. Curiosamente, cuando en el año 1889 la legislación social de Bismark, estableció la jubilación como un derecho, pocas personas llegaban a ella y menos de disfrutarla.
Hay personas mayores que piensan que están llegando al principio del final, que están amenazadas de muerte. Su proyecto de vida se torna en proyecto de muerte. Otras consideran la vejez como proyecto de vida, de futuro. Para los que consideran la vejez como proyecto de muerte, la primera arruga que sale en la cara, la primera mancha que sale en la mano, la primera cana que se detecta en los cabellos, es motivo de inquietud y depresión. Imagen negativa de la vejez, antesala de la muerte, etapa degenerativa del ciclo vital en la que predominan los fenómenos involutivos. Etapa sobreprotegida, considerando a la personas mayor como subespecie de caridad.
Por el contrario los que piensan que la vejez ofrece un proyecto de vida, de futuro, la realidad es otra. Mantienen su lucha por la vida y la autonomía, incluso en las condiciones más adversas Tiene sentido vivir y para que vivir.
Si no nos morimos antes, todos estamos llamados a llegar a ser persona mayor. ¿Nos preparamos para ello?. Educar para esta etapa significa que tenemos que ser capaces de aceptar la propia realidad del envejecimiento y la verdad del propio ser. Esto obliga a plantear una serie de interrogantes: ¿Piensa que como persona mayor ya tiene su propia experiencia y conocimientos y no necesita seguir educando su potencial humano?. ¿Sabía que la educación permanente es un derecho que queda sin desarrollar en la inmensa mayoría de las personas mayores, y que solo una minoría, la más preparada, es la que muestra interés por actualizarse?. La persona mayor es un ser inacabado. Es fundamental ir generando en cada persona una actitud consciente, responsable y comprometida de aprendizaje permanente frente al envejecimiento y los cambios personales que trae aparejado, para así lograr su integración en un nuevo contexto en donde se contempla los valores de la sociedad
Lo peligroso es mantener una postura rígida en una etapa que exige un cambio de conducta con múltiples adaptaciones. De ahí la importancia de la resocialización para que las personas mayores mantengan relaciones satisfactorias con el resto de los grupos sociales. Pero con la advertencia de que es más constructivo que las personas mayores luchen por incluir sus propios valores en la sociedad a través de la legislación y actividades colectivas, que el tratar de integrarse por su conducta en los valores jóvenes predominantes, como la belleza, fortaleza, innovaciones opuestas a los valores potenciales de las personas mayores.
En la juventud y en la edad adulta la educación gira en torno a la profesión, a la competitividad, al trabajo y a la rentabilidad económica. Pero en las personas mayores, la realidad más importante es el tiempo desocupado y el objetivo de la educación en esta etapa de la vida es, ayudar a llenar de actividades gratificantes dicho tiempo con un mayor desarrollo personal y participación social.
Todos queremos vivir el máximo tiempo posible, lo que nos aboca a llegar a ser viejos. Ahora bien, nadie quiere ser viejo bajo los estereotipos que rodean a ese concepto. Es por tanto el momento de empezar a participar y reclamar el modelo de envejecimiento que queremos, más integrador, que pretenda provocar un doble efecto: por un lado, contribuir a cambiar la imagen social que sobre la vejez se venía teniendo; y por otro, conseguir que el logro que ha supuesto para la humanidad llegar a estos parámetros del envejecimiento, no se conviertan en un problema.
El envejecer con éxito o de forma competente, no es cuestión del azar. Hay que contar con la actitud de las personas mayores para conseguir que la vejez sea una etapa más completa del desarrollo de su ciclo vital en una sociedad que experimenta cambios. Supone implicarse, asumiendo las riendas de su vida en un hacer pro-activo y no meramente receptivo-pasivo. Las personas mayores no son meros receptores, sujetos pasivos, abocados a la dependencia o pérdida de autonomía, expropiado de sus propias respuestas
Ante este reto debemos “saber estar” de manera satisfactoria en la etapa de persona mayor. Pero esta situación no consiste en ir a contracorriente – el río no puede frenar su curso – sino aprender a navegar en el. Mantener una calidad de vida que haga posible el “envejecer con vitalidad”. El río que siempre fluye tiene vida. Cuando se para, deja de serlo y el agua se estanca y se pudre. Leonardo de Vinci decía “El hierro se oxida por la falta de uso, las aguas estancadas pierden su pureza y con los fríos se hielan. De esta forma la inactividad de la persona mayor, mina el vigor de la mente.
En primer lugar se necesita vivir, por lo que no debemos olvidar que la persona mayor es un ser frágil, que tiene que aprender a vivir con el envejecimiento, con las enfermedades; con la degradación progresiva de su autonomía; con la melancolía. En segundo lugar se necesita saber para que vivir. Hay que reforzar los mundos vitales de las personas mayores, los factores ambientales. Nadie envejece por sí solo, sino que con él envejece el propio mundo, sus cosas, los recuerdos, los hijos, la pareja. Cuando yo envejezco, envejece también todo cuanto yo he estimado. Las personas mayores hemos de provocar significaciones para vivir y para convivir, situándonos así en una etapa activa, creativa y esperanzada. Y en tercer lugar hemos de considerar que el envejecimiento es el inicio de un nuevo proyecto
El envejecimiento como proceso y la vejez como estado, pese a denominarse de la misma manera están tomando significados nuevos. El continente es el mismo pero el contenido ha variado. Por otro lado el imaginario social de la vejez, si bien es cierto que no ha abandonado del todo los estereotipos negativos que le vienen acompañando, si comienza a percibirse de otra manera quizás por esa democratización del envejecimiento que no es otra cosa que generalizar la posibilidad de que todos podamos llegar a ser personas mayores En la sociedad actual la vejez ha dejado de ser un estado para pasar a ser un proceso dinámico dentro del concepto de ciclo vital de cada ser humano. El concepto de discapacidad o dependencia ha heredado, en gran parte, el significante que antes poseía la vejez
Se parte de la hipótesis de que “solo es feliz y se siente satisfecha aquella persona que es activa, que produce algún rendimiento, que es útil para los demás. Toda persona lleva en su interior el deseo profundo de realizar algo que tenga sentido, encontrando valores que den explicación a su existencia”.
Por ello el envejecimiento debe ser el inicio de un nuevo proyecto”. No es volver a la infancia o juventud pero si el perfilar un modelo donde se atienda sus intereses participativos. Hay experiencia de vida previa, conocimientos, capacidad de aprendizaje y expectativas de futuro. No se trata de llenar un tiempo muerto y vacío sino continuar construyendo un proyecto de vida. En definitiva, las personas mayores maestros del pasado, aprendices del futuro.
El termino “actividad” aplicado al envejecimiento, ha ido evolucionando. Y así en Estados Unidos, en los años 80 del siglo XX, se enfatizó sobre el envejecimiento productivo, considerando como tal cualquier actividad realizada por una persona mayor que produce bienes y servicios o desarrolla la capacidad para producirlo, tanto si se paga por ellos como si no.
Sin embargo el concepto europeo de envejecimiento activo hace referencia al estilo de vida. Contempla,“que cada persona mayor, realice su potencial de bienestar físico, social e intelectual a lo largo de toda su vida, participando en la sociedad, de acuerdo con sus necesidades, deseos y capacidades”. Y para ello se necesita “Abordar los derechos y las necesidades de seguridad social, financiera y física”. “Prevenir y reducir la discapacidad, dependencia, enfermedades crónicas y mortalidad prematura”. “Promocionar oportunidades de educación y formación continua a lo largo de la vida”. “Permitir la participación de las personas mayores en nuevas actividades para permanecer comprometidas en el contexto donde se encuentran”. “Hacer posible la solidaridad intergeneracional”. “Tener presente ideales en su existencia para llevarlos a la práctica en las nuevas condiciones impuestas por la edad avanzada”. “Conservar en lo posible las relaciones sociales anteriores y en su defecto sustituirlas”. Y flexibilizar criterio con apertura a los nuevos tiempos, huyendo del conservadurismo, apatía e inercia”.
Las personas mayores deben continuar siendo activas en campos que pueden considerarse extensiones de sus ocupaciones o aficiones anteriores. Por ello es muy importante que los entornos educativos y el desarrollo de la acción educativa de las personas mayores se basen en la experiencia y en los conocimientos que ya poseen.
Podemos concretar que la salud, la participación y la seguridad, son los tres pilares básicos del envejecimiento activo. Vivir seguro, contando con los apoyos sociales, jurídicos y sanitarios, caso de necesitarse. Vivir con salud, disponiendo de recursos que le permitan desenvolver una vida saludable. Vivir sintiéndose reconocido respetado y requerido por la sociedad. Vivir formándose y educándose a lo largo de toda la vida.
El modelo del envejecimiento activo es de reciente formulación y por tanto va a requerir notables esfuerzos a todos los niveles, públicos y privados, para alcanzar sus objetivos. Mas que un fin constituye, como dijimos anteriormente un estilo de vida, un medio para transformar una sociedad avocada al envejecimiento. Las instituciones han tenido el arrojo y la voluntad para iniciar el camino, poniendo en marcha una nueva cultura en torno al envejecimiento.
Llegado este momento tenemos que señalar la escasa efectividad de lo que surge de las instituciones, si la sociedad civil, en nuestro caso las personas mayores, no formen parte de las decisiones que se tomen. Es la sociedad de a pie la que tiene que decir y responder a las necesidades de una población muy heterogénea con intereses personales muy diversos.
Ponemos punto y final a nuestra intervención con una serie de reflexiones que recogen fielmente los principios del modelo del envejecimiento activo, poniendo en evidencia la diferencia entre ser persona mayor y ser viejo.
Vd. es persona mayor cuando se pregunta, ¿vale la pena?; Vd. es viejo cuando sin pensar, responde que no
Vd. es persona mayor cuando sueña; Vd. es viejo cuando apenas consigue dormir
Vd. es persona mayor cuando todavía aprende; Vd. es viejo cuando ya no enseña
Vd. es persona mayor cuando consigue hacer ejercicio; Vd. es viejo cuando la mayor parte de su tiempo lo pasa sentado o acostado.
Vd. es persona mayor cuando el día que comienza es único; es viejo cuando todos los días son iguales.
Vd. es persona mayor cuando en su agenda tiene proyectos y obligaciones para cumplir hoy, mañana, pasado, la semana que viene...; es viejo cuando su agenda esta en blanco y solo vive pensando en el ayer
El mayor trata de renovarse cada día que comienza; el viejo se detiene a pensar que ese puede ser el último de sus días y se deprime, porque mientras el mayor fija la vista en el horizonte donde el sol sale a iluminar sus esperanzas, el viejo tiene cataratas que miran las sombras del ayer.
La persona mayor puede tener la misma edad fisiológica que el viejo, pues las diferencias están en el espíritu y en el corazón
Ramón Menéndez Pidal, (1959), a los 90 años de edad, sostenía: ”No debemos empezar pronto la senectud, la vejez, sino al contrario, rebelarnos contra ella en todo lo que la rebeldía puede ser sensata, no dejando decaer la actividad vital, no dejando decaer el amor a las obras comenzadas en la juventud, dando calor a las ilusiones de razonable esperanza”
El Doctor Marañón a mediados del siglo XX se hacia estas dos preguntas: ¿Se podrá luchar contra la vejez? ¿Llegará un día en que el hombre muera de viejo sin estar viejo? A estas dos interrogantes él, contestaba con un “si”. Decía: creo que llegará ese día, y no me parece que este muy lejos. La lucha contra la vejez no es conservar la vida sino mantenerla con eficacia con un cierto vigor. ”Vivir no es solo existir… sino existir y crear… saber gozar y sufrir… y no dormir sin soñar….descansar es empezar a morir”.
Y Julián Marías hacía suya la siguiente expresión: “El envejecimiento es el lado soleado de la vida, de manera que sea fecundo y estimulante residir en él”.
En definitiva se trata de que las personas mayores asuman el sentido trascendente de toda vida humana, demostrando con su conducta que todavía pueden alcanzar cotas muy altas en los diversos campos tecnológicos, familiares, sociales o económicos para los que se encuentran preparados.
Que todos vivamos una larga vida y nunca lleguemos a viejo; y el que este viejo que aprenda a disfrutar como persona mayor, cada momento de su vida. Es lo que deseo a todos Vds. antiguos alumnos de la Universidad Laboral de Córdoba, familiares y amigos. Muchas gracias
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