Orlando Pereda Soriano |
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Reside actualmente en Las Rozas (Madrid) |
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Estuve en el colegio San Rafael durante 5º y 6º de bachiller de ciencias y en el colegio Luis de Góngora haciendo el COU. Recuerdo mi primera sensación al llegar, una noche del mes de octubre del 73, fue un poco de desilusión, pues había estudiado bachiller elemental con los PP Carmelitas en un ambiente un tanto represor, tenía una prima en la Laboral de Zaragoza que me había hablado de las excelencias del ambiente que se respiraba allí, lo que me hizo concebir esperanzas de cambio; pero al encontrarme que nos recibían unos “curas vestidos de blanco”, me temí que iba a ser una continuación de lo que había pasado, pero a 400 kilómetros de casa, solo,… ¡Que equivocado estaba! A partir de entonces todo lo que viví allí fue positivo o al menos eso es lo que recuerdo: fantásticos compañeros (Vicente Valencia, Jesús Vara, Ramón Roures, Rafael Rabadán – que parecía nuestro hermano mayor-, los hermanos Pedro y Pablo Poblador, José Vicente Folgado, Francisco Ferreras y tantos otros…); estupendos educadores en el colegio (recuerdo especialmente a un fraile, no sacerdote, de cuyo nombre no consigo acordarme y a otro que apodábamos “Willy”); “estupendas” limpiadoras (recuerdo a la Srta. Emilia, como la llamaba el director); y buenísimos profesores (salvo el de Mates de 5º, que me las suspendió varias veces hasta final de curso y la de Historia de 6º que me puso un “5 pelao” en un examen bordado), especialmente el de Matemáticas de 6º, que no recuerdo su nombre pero que me hizo amarlas, el Padre Cesar, que nos daba Literatura en 6º (aunque me suspendió en junio pues, ya terminado el examen, pilló preguntándome a mi amigo V.V. y caímos los dos) y, como no, el Padre Hermosilla de Filosofía, también en 6º. Recuerdo, el cineclub, las actuaciones, los concursos de ver quién comía más croquetas (con tal de pillar las raciones de las mesas de alrededor), el chocolate con “chusco y mantequilla” de las mañanas, las salidas a Córdoba (estas si que las recuerdo), las vueltas “a dedo” a deshoras, subiendo por la pared de detrás de las cocinas para evitar pasar por el control de subida a las habitaciones,… Uno de los recuerdos más vivos es sobre las tardes de estudio en 5º, por lo largas que se me hacían, hasta que descubrí que todos los días, un grupo de compañeros abandonaba el estudio una media hora antes de ir a la cena: iban a misa! … que venía durando entre diez y quince minutos. Fue un hallazgo. Otra tarde de estudio, esta ya en 6º, en mitad del silencio, un compañero pegó un grito: “LAMELIBRÁNQUIOSSSSSS” (estaba estudiando Biología, claramente), se armó tal cachondeo que hasta los dominicos se partían el esternón! Ahora, treinta y tantos años después, convertido en un casi respetable Doctor en Informática, asesor de empresas, añoro aquellos años, aquellas gentes, aquellas vivencias. Espero que esta página pueda servir para que vuelva a encontrar a los compañeros “perdidos”, pues lo que ya ha conseguido es hacerme rememorar una etapa fabulosa de mi (nuestra) vida. |
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