Hasta hace un suspiro no conseguía entender por qué cada vez que "La Laboral" regresaba a mi mente, un escalofrío, grato y sentido, me recorría el espinazo.
Ayer, por fin, lo comprendí.
En la fotografía que presenta este sitio web, la que retrata muchachos sobre maletas esperando lo que deba venir, radica la explicación.
Llegué A Córdoba paleto y timorato, lloré oculto en la oscuridad de la primera noche y a partir de ahí mi equipaje se llenó de la amistad sincera que genera el ansia por apartar el desamparo.

Sé que Adri, Andrés, Javi, el Andaluz, Moreno, Polidura, Tovar (no recuerdo si su apellido es con v"" o con "b"), Miguel el de Onsares y todos los nombres de aquel lugar dejarán de ser sólo cuando yo deje de estar.
Los amigos que conforman recuerdos felices jamás caerán en el olvido porque lo que la "Uni" unió ningún tiempo ni distancia alterará.