FRANCISCO JAVIER MESA RUIZ (1975-1979)
Nació en Monte Lope Álvarez - Martos (Jaén) el 25 de Julio de 1960
Falleció en Valencia el 16 de Marzo de 2016
Escribe Juan Francisco Bueno:
El pasado miercoles, 16 de marzo, falleció en su domicilio de Valencia, Javi Mesa que era como todos lo conocíamos. Él fue de la primera promoción de BUP en el curso 1975/1976 y creo será bien recordado, aún, por sus compañeros de aula.
Yo que soy de su mismo pueblo, que lo conocía de toda la vida y que llegué antes a la Universidad Laboral; vi como en seguida fue el lider del grupo y respetado y admirado por todos.
Posteriormente siguío sus estudios en la Universidad Laboral de Huesca donde terminó sus estudios de Perito.
No me gusta dar este tipo de noticias, pero estimo que aquellos que lo conocían y lo admiraban, tenían que saber esta triste noticia de su amigo Javi Mesa.
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Escribe José María Ortega Rodríguez:
Tu correo ha sido como un hachazo. Sorprende enterarte, a los diez días, de la muerte de un amigo del que hace mucho tiempo no tenía noticias.
Hará unos treinta años que llamó a mi puerta, porque vio la placa, comimos juntos y pasamos un gran día juntos. Aquella misma tarde salió para Valencia y no he vuelto a saber de él. Maldito ritmo el de esta vida que nos impide atender lo importante.
Hace más de treinta años y sin embargo la malísima noticia me ha destrozado como si fuera ayer cuando compartía con él nuestros primeros pasos en el camino de hacernos hombres.
Fue Javi Mesa la persona que más quise y admiré en Córdoba. Estuvimos tres años juntos en el mismo Colegio, en la misma clase y en el mismo dormitorio, que compartimos con otros cuatro amigos. Era el más maduro, el más sensato, el más brillante, justo, honesto, íntegro, honrado... Me bloquea el dolor de la terrible noticia y no encuentro calificativos para definir a quien fue mi más esencial amigo en aquellos años. Ejerció siempre como una especie hermano mayor nuestro. He pensado mucho en él durante todo este tiempo, como en otros también importantes, y me duele ahora terriblemente no haber sabido conservarlo. Conociéndolo, es seguro que él siempre estuvo dispuesto y esperando cualquier circunstancia para volver a abrazarnos sin la anestesia del tiempo y la distancia.
Hoy, cuando escribo esto, apenas una hora después de enterarme de su muerte, siento que lo tengo ahí enfrente sentado, sonriendo y pidiéndome que no me extienda.
Maldito este Jueves Santo en que he tenido que sentirte tan dentro de mí y darme cuenta del desperdicio de estos treinta años.
No sabes con qué fuerza me gustaría abrazarte.
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