Sólo estuve un año, en el Juan de Mena, pero los recuerdos que conservo son nítidos y no me cabe duda alguna de que marcó mucho el curso de mi vida. La bondad la encarnaba el padre Tapia y su antagónico era el padre.....bueno, le llamábamos "pirri".
Sufríamos castigo físico (bofetones), generalmente merecido, pues estábamos en la edad de ser trangresores de toda norma, y aun así, dudo mucho que ninguno arrastre traumas.
La constante es el recuerdo, por encima de todo, del compañerismo y ya, con la perspectiva del tiempo, de la enriquecedora experiencia y exigente educación recibida. De Córdoba pasé a Cáceres y la experiencia fue similar. De algunos de mis compañeros aún conservo en mi mente incluso sus facciones y no así sus nombres y/o apellidos y de otros, por contra, me sucede todo lo contrario.
El Director del colegio era el padre Herrera y su equipo lo componían los padres Casañas, Tapia, Larrañeta y alguno más qu! e no recuerdo. A mi se me conocía por Giner, mi segundo apellido, y me relacionaba con Juan Antonio Martínez Ubero, Antonio Metola Amat, Germán Álvarez Cienfuegos, tal vez Miguel Ángel Juliá Moltó (Alcoy), Gerardo, Botín, etc.
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