No me distinguí por tener unas notas demasiado brillantes, salvo dos excepciones que fueron:
Un examen de Formación de Espíritu Nacional, en el que a instancias del profesor y previa autorización del Rector, fui calificado con un “11”.
Dios mío !!! Que pondría yo en aquel examen….
El ejercicio de reválida de Oficialía Industrial (fresador) en el que obtuve 24 puntos sobre un máximo de 25 que era la máxima puntuación obtenida en taller hasta la fecha en Universidades Laborales y me supuso prácticamente la mitad de los puntos exigidos (50) para aprobar la reválida.
También recuerdo cuado íbamos a la torre de la Calahorra a comprar pantalones vaqueros de estraperlo “Blue Colorado” por 215 ptas.
Llevábamos un raspador de caja de cerillas para probar si eran “auténticos” y se decoloraban con el uso.
Después de dejar la Uni, los años 66 a 74 fueron muy intensos; amplié mis estudios con Programación y Electrónica, estuve por toda España tocando la guitarra con un grupo de rock (Sociedad Anónima)
Hice el Servicio Militar en el Ministerio del Ejército donde reencontré a otro compañero de Córdoba: Manuel Vargas Mendieta.
Entré en el 72 en la empresa en la que continúo.
Me casé y me encontré en el mismo portal viviendo a José Antonio Pamies.
Aunque ambos nos hemos cambiado de casa varias veces posteriormente, seguimos viviendo cerca y manteniendo contacto desde entonces.
Otra casualidad de la vida, es que la pareja de mi hijo mayor, es hija de Gonzalo Martínez Blanco, también “laboral” y ex-compañero de Pamies.
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Las fotos corresponden a alguna movida rockera que organizo esporádicamente |
Y por último, me permito unos versos, sin otro valor que la añoranza de aquellos años en los que fuimos unos privilegiados de la educación en España.
“LABORAL”
Mirando páginas web
de los tiempos “laborales”
se me encendió la bombilla
y comencé estos cantares.
La nostalgia me invadió
y también buenos recuerdos
después de ver en las fotos
maestros y compañeros.
Mi mención más entrañable
a Santiago Pérez Gago.
Hoy grande de nuestras letras
cura recio y castellano.
No tengo la sobriedad
de Don Antonio Machado
cuando nos contaba Soria
y nos pintaba sus álamos.
Lo mío es más bien pueril
sobre las cosas mundanas
y no digo sin pensar
como me sale del alma.
Pero desde este poema,
quiero decir con orgullo
que haber sido “laboral”
es de lo mejor del mundo.
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Estudié en Córdoba con mi hermano mellizo Antonio (nos recordaréis por "los Beldas".
Tengo amistad y contacto desde entonces con Jose Antonio Pamies Guerrero que trabaja en la Politécnica de Alcala de Henares.